La convivencia con esta familia fue fundamental en la transición de James de niño a adolescente. El día que cambió la vida de LeBron James para siempre fue en el otoño de 1994. Aquella tarde, Frank Walker puso una pelota de baloncesto en las manos del niño que en ese momento tenía 9 años de edad. Para LeBron otra ventaja de vivir con los Walker fue la amistad que tenía con Frankie Jr.